BILBAO, España.- De maestro shaolín a asesino descuartizador. El caso de un experto en artes marciales que torturó hasta casi matarla a una mujer nigeriana y que asesinó presuntamente a otra colombiana, despedazando después su cadáver, conmociona a España.

Juan Carlos Aguilar, de 47 años, se hace llamar "maestro Huang". En su templo-gimnasio bautizado como Zen4 en la ciudad vasca de Bilbao, en el norte de España, predicaba la búsqueda de la felicidad a través de valores éticos y morales. Ahora, el tres veces campeón del mundo de kung-fu y ocho de España se ha convertido en un presunto asesino.

En la tarde del domingo, la Ertzaintza, la policía autonómica vasca, irrumpió en su gimnasio a tiempo de salvar la vida de Ada, una prostituta nigeriana de 29 años a la que Aguilar llevó a la fuerza al centro deportivo para torturarla.

Le estaba propinando tal paliza que sus gritos fueron escuchados por una vecina que alertó a las fuerzas de seguridad. Cuando los agentes lograron entrar tras echar abajo la puerta, encontraron a la mujer inconsciente, atada de pies y manos y con el cuello embridado mientras Aguilar la apaleaba. La mujer está en coma, ingresada en un hospital al borde de la muerte.

El suplicio de Ada destapó la cara oculta del experto en artes marciales, que en la década de los 90 llegó a ganar cierta fama en un par de programas nocturnos de televisión y que asegura haber sido el primer occidental admitido en el templo budista de Shaolín, en la provincia china de Henan.

El lunes, un día después de su detención, confesó a la policía haber matado a otra mujer antes de intentarlo con Ada. Está "muy confundido" y "cree" haber matado a una mujer el 31 de mayo, indicaron fuentes de la investigación.

La Ertzaintza, que tiene movilizados a sus mejores agentes en este caso, halló bolsas de basura con restos humanos en el gimnasio, escondidas bajo el tatami, y en el domicilio de Aguilar, situado en un barrio marginal de Bilbao, cerca de zonas en las que trabajan prostitutas extranjeras.

Correspondían a restos de manos y de columna vertebral y las fuerzas de seguridad temían que pudieran ser de varias personas. Fuentes de la investigación informaron sin embargo de que el análisis ha concluido que son de una única persona, una mujer colombiana, presumiblemente la que Aguilar confesó haber matado. "Está identificada", dijeron. Lo que no confirmaron es si, como Ada, la víctima se dedicaba a la prostitución.

Aguilar se presentaba ante sus alumnos de kung-fu como "un representante de Buda en la tierra", según medios españoles. Divorciado y con dos hijos adolescentes, su personalidad era mística, casi espiritual. Impartía también clases de defensa personal a miembros de los cuerpos de seguridad. Y aseguraba ser licenciado en Humanidades, Antropología y Derecho.

Carece de antecedentes penales, según informó la Ertzaintza, que confirmó que llevaba dos años en tratamiento por un tumor cerebral, lo que podría haber alterado sus facultades mentales. La investigación "será larga", aseguran las fuerzas de seguridad.

Los vecinos del gimnasio, impresionados por lo ocurrido y por las pesquisas policiales en la zona, repetían hoy que el shaolín parecía un hombre "tranquilo", que no llamaba nunca la atención. "Cuando lo piensas en frío dices: 'Hemos tenido ahí enfrente un asesino", se lamentaba una vecina. (Dpa)